La idea de que los estudiantes leen hoy crítica y crítica de crítica de segunda o tercera mano, y cada vez menos verdadera literatura, marca de manera absoluta la muerte de un orden de precedencia lógico e ingenuamente normal.
P. Más en general, ¿ha cambiado el vínculo entre literatura y crítica?
G. S. Creo que sí. Podríamos estar diez horas hablando de ello. No sin amargura, planteo que vivimos en una época bizantina, en una época alejandrina, en la cual comentador y comentario dominan al original. Sainte-Beuve muere amargado observando: «Jamás se levantará una estatua a un crítico». No podía estar más equivocado. La crítica domina con la deconstrucción, la semiótica, el postestructuralismo y el posmodernismo. Es un clima singular que resume un hombre de indiscutible genio, el cual afirma que todo texto es un «pretexto». Es uno de los juegos de palabras más terriblemente falsos y destructores y más brillantemente triviales que se han hecho nunca. ¿Qué quiere decir eso? Que, sea cual fuere la talla del poema, espera el comentario deconstructor; es una simple ocasión para ejercitarlo. Para mí es de un ridículo que va más allá de las palabras. Decía
Walter Benjamin que un libro puede esperar mil años a que lo descubra un buen lector. Los libros no tienen prisa. Un acto de creación no tiene prisa; nos lee, nos privilegia infinitamente. La idea de que es una ocasión para que hagamos alarde de nuestra habilidad me deja estupefacto, me llena de amargura y de cólera. La idea de que los estudiantes leen hoy crítica y crítica de crítica de segunda o tercera mano, y cada vez menos verdadera literatura, marca de manera absoluta la muerte de un orden de precedencia lógico e ingenuamente normal.
Georges Steiner. Los logógrafos.
G. S. Creo que sí. Podríamos estar diez horas hablando de ello. No sin amargura, planteo que vivimos en una época bizantina, en una época alejandrina, en la cual comentador y comentario dominan al original. Sainte-Beuve muere amargado observando: «Jamás se levantará una estatua a un crítico». No podía estar más equivocado. La crítica domina con la deconstrucción, la semiótica, el postestructuralismo y el posmodernismo. Es un clima singular que resume un hombre de indiscutible genio, el cual afirma que todo texto es un «pretexto». Es uno de los juegos de palabras más terriblemente falsos y destructores y más brillantemente triviales que se han hecho nunca. ¿Qué quiere decir eso? Que, sea cual fuere la talla del poema, espera el comentario deconstructor; es una simple ocasión para ejercitarlo. Para mí es de un ridículo que va más allá de las palabras. Decía
Walter Benjamin que un libro puede esperar mil años a que lo descubra un buen lector. Los libros no tienen prisa. Un acto de creación no tiene prisa; nos lee, nos privilegia infinitamente. La idea de que es una ocasión para que hagamos alarde de nuestra habilidad me deja estupefacto, me llena de amargura y de cólera. La idea de que los estudiantes leen hoy crítica y crítica de crítica de segunda o tercera mano, y cada vez menos verdadera literatura, marca de manera absoluta la muerte de un orden de precedencia lógico e ingenuamente normal.
Georges Steiner. Los logógrafos.
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