Juan Manuel de Prada: «La gente volverá al libro de papel»

El autor de «El castillo de diamante» cree que «la lectura no es una forma de ocio, sino una forma de estudio, pero nuestro mundo pretendió vender la lectura como un ocio cultural»

Aunque el V Centenario de Santa Teresa de Jesús le va a venir bien para promocionar «El castillo de diamante», Juan Manuel de Prada (Vizcaya, 1970) tenía este libro en mente desde hacía tiempo. En su construcción le costó bastante meterse en la piel de la gente del siglo XVI, pero el proceso de escritura –siempre a mano– le llevó apenas un año.
¿Qué porcentaje se reparten realidad y ficción en esta novela?
—Yo le diría que es verdad el clima, el sentido de la historia, la visión panorámica sobre las cosas y el conflicto que se entabla entre estas dos mujeres. Y a partir de ahí hay muchas libertades que van desde lo anecdótico hasta otros detalles, pues parece que la princesa de Éboli no era tuerta del todo.
Sorprende ver a una monja siendo tan respondona con los poderosos.
—Cuando uno tiene una convicción muy fuerte y su empeño es cumplir ese ideal es verdad que todo te importa un pimiento. Santa Teresa podía tener mi edad (45 años) cuando inicia su reforma. ¿Que los poderosos quieren sumarse a esta aventura? Pues muy bien, pero yo voy a seguir mi camino. En la época de Santa Teresa había obispos que querían pelotillear con el poder político, porque era el que les garantizaba una serie de prebendas. Aunque era un momento distinto del actual, porque el poder político no era tan hegemónico. Estamos acostumbrados a pensar que la monarquía de los Austrias era mucho más hegemónica que un gobierno actual pero es falso. Entonces había mucho más juego de equilibrios y contrapesos que en nuestra época. El poder es hoy más absoluto que en ninguna otra época de la historia.
La tirada media de un libro en España, según cifras oficiales, es de 2.886 ejemplares. ¿A Juan Manuel de Prada le preocupan las ventas?
—Mucho me parece eso. Sospecho que la media tiene que ser mucho menor. A mí lo que me preocupa es que los libros se venden mucho menos porque ha habido una concurrencia de causas bastante pavorosa. Yo siempre sostengo que la lectura no es una forma de ocio, sino una forma de estudio, pero nuestro mundo pretendió vender la lectura como un ocio cultural y al final habrá quien diga: «Prefiero ver una película de mamporros». Es una época de confusión y habrá que ver si la tendencia de colapso del libro de papel se confirma o no. Yo pienso que no se va a confirmar y que la gente va a volver al libro de papel porque leer, en el fondo, es una forma de llevarle la contraria al mundo. Siempre lo fue.

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